Síndrome de la rana hervida
«Si una rana es arrojada a una olla de agua hirviendo, su reacción es saltar. Su instinto es salvarse. Si esa misma rana es colocada en una olla de agua fria, y se procede a calentar gradualmente el agua, la rana se va acostumbrando.
Es tan sutil el desgaste que sus mecanismos de alarma y defensa se van debilitando.
El agotamiento progresivo, la pérdida de consciencia van llevándola hacia su propia muerte, perdiendo capacidad de reacción».
Esta fábula de Olvier Clerc la utilizo frecuentemente en terapia como analogía de los mecanismos que nos impiden reaccionar a lo que nos hace daño.
Cuando estas condiciones nocivas se van generando de un modo lento pero progresivo el riesgo es que nos genere un nivel de adaptabilidad tal, que quedamos atrapados sin apenas darnos cuenta y en las que además sostenemos bajo distintas argumentaciones o justificaciones quedando anestesiados a unas condiciones amenazantes a nuestra integridad.
En ocasiones bajo determinados mandatos como la tolerancia, el altruismo, la perfección, la autoexigencia, la aceptación, la cultura del sacrificio, la empatía, todas estas pueden ser verdaderas cualidades pero que de una manera excesiva se transforman en unos mecanismos que nos van a impedir reaccionar a lo que nos daña.
Esta excesiva adaptibilidad es negativa, cuando el agua está a «punto de hervir», la rana tal vez intente salir pero como ha gastado todas su energías en este proceso de adaptación al agua, ya no le quedan suficientes fuerzas para poder salir.
¿Qué nos hace permanecer en la olla?
Existen numerosos mecanismos que nos impiden percibir la realidad y actuar así en consecuencia como pueden ser:
- miedo
- culpa
- dificultades a la hora de poner límites
- resignación
- negación
- sobreprotección
- expectativas utópicas
- dudar de la propia capacidad de percepción
- sensación de omnipotencia
Una característica común de todas las personas bajo el síndrome de la rana es la tendencia a subestimar el impacto en sí mismo que esta teniendo la situación así como el retraimiento y el no compartir con los demás las vivencias que están teniendo bajo esta situación, lo cual sostiene aún este circuito paralizante.
¿Cómo podemos reaccionar a tiempo?
Bajo mi punto de vista algo que resulta primordial es fomentar la confianza y el valor en sí mismo, confianza en las propias capacidades que cada uno posee, así como tener una mirada realista, aprender a distinguir en qué caso es necesario adaptarse y cuando no, trascender al miedo, ya que este siempre nos va a paralizar, establecer límites discriminando aquellas situaciones que nos resultan nocivas y alejarse de ellas, esto unido a una forma de comunicarse de una manera asertiva y tener la capacidad de pedir ayuda, la visión de una persona ajena a la situación nos va a proporcionar una mirada imparcial que nos puede resultar de gran ayuda para adquirir otras perspectivas y cuestionarnos en determinada manera.